El pasado 7 de marzo de 2021 se produjo una serie de explosiones en una base militar ubicada dentro del barrio de Nkoa Ntoma en la ciudad de Bata, la más poblada de Guinea Ecuatorial. Los fallecidos se cuentan por cientos y el número de heridos rebasa las 600 personas.
Las explosiones causaron daños importantes en las áreas aledañas a la base militar. Casi todos los edificios y casas de la ciudad sufrieron daños enormes.
El presidente Teodoro Obiang Nguema Mbasogo culpó de las explosiones al almacenamiento inadecuado de municiones. Concretamente aludió a “una negligencia de la unidad militar encargada de la custodia de dinamitas y explosivos”, según declaraciones que ofreció horas después a través de TVGE, en un comunicado leído en el servicio informativo de las 21h.
Renglón seguido, el gobierno solicitó ayuda internacional y decretó duelo nacional durante tres días, y el cuartel de Nkoa Ntoma fue declarado zona catastrófica.
El ruido de las diversas explosiones, paralizó toda la actividad de la ciudad de Bata, la más importante en la parte continental del país. El temblor de la tierra, hizo que muchos pensaran que se trataba de un posible terremoto, pero posteriormente esta hipótesis fue descartada por la enorme columna de humo que se levantó tras la primera explosión; y que se podía apreciar en diferentes puntos de la ciudad.
Un día de pánico que nadie olvidará
Entre la confusión y la incertidumbre, las imágenes y los videos de lo sucedido, comenzaron a circular por las redes sociales, donde se veía a la gente huir despavorida del lugar del suceso llorando y sin apenas mirar atrás.
Era el llanto de personas que, probablemente en este preciso instante, desconocían el alcance de lo sucedido; corrían dejando atrás los cuerpos de sus hijos e hijas, maridos, esposas, abuelos y abuelas, hermanos y hermanas, etc. Huían del lugar incluso sólo en ropa interior: lesionados y desorientados.
Otros ciudadanos en cambio se dirigían en la dirección contraria a los heridos con la intención de prestar todo tipo de ayuda, en medio de unas explosiones que no cesaban.
ápidamente los hospitales se colapsaron, la precaria sanidad ecuatoguineana se hizo cada vez opaca en minutos a medida que los vehículos de particulares, se convertían en ambulancias, camillas u otros vehículos prioritarios del servicio de emergencias, para trasladar a los heridos a los hospitales de La Paz y Nuevo Inseso. Ambos ubicados a muy pocos kilómetros de donde ocurrió el trágico suceso, y al Hospital General de Bata.
Muchos son los cuerpos que se sacarían entre los escombros: niños, niñas, jóvenes, adultos, ancianos y ancianas; el daño causado por las explosiones no se puede cuantificar; una situación que ha sumido al pueblo de Guinea Ecuatorial en una enorme tristeza, depresión y consternación. Ya que se trata de una situación jamás experimentada.
Solidaridad del pueblo
Desde los primeros minutos, la solidaridad y la empatía de los ciudadanos ecuatoguineanos se hizo notar, tanto particulares, asociaciones como Radio María en Bata y Ongs, se volcaron en la labor humanitaria aportando todo cuanto tenían para las familias damnificadas.
Varios centros educativos, que se encontraban cerrados debido a la evolución de la pandemia del Covid-19 en las últimas semanas, abrieron sus puertas para dar cobijo a los que se habían quedado sin hogar y que sabían dónde pasarían la noche. Algunos orfanatos también abrieron a sus puertas .para acoger a los niños huérfanos y darles los cuidados necesarios. Mientras tanto, los ciudadanos visitaban todos estos lugares habilitados para depositar las donaciones. La ciudad de Bata tiembla de dolor y solidaridad.
Al día siguiente, la comunidad internacional comenzó a movilizarse y las ayudadas, tanto materiales como profesionales, comenzaron a llegar desde países como España, Israel o Qatar. Equipos que venían a para unir sus fuerzas a las ya agotadas de los sanitarios, el ejército, bomberos, taxistas particulares y población en general del pueblo ecuatoguineano.
Una niña de 5 años sobrevive entre los escombros
A lo largo de la noche del día 07 de marzo, hasta las primeras horas del siguiente día, se continuaron produciendo explosiones de diversa consideración. Mientras el gobierno, en declaraciones a TVGE, el canal de televisión nacional sigue manteniendo su hipótesis de la negligencia, otras fuentes sostienen que todo comenzó por un incendio que se desató por la quema de pastizales de parte de los soldados del mismo campamento militar.
La muestra de esperanza llegó 72 horas cuando una niña de apenas 5 años fue rescatada con vida bajo los escombros. El operario de búsqueda y rescate de personas en el siniestro, la encontró abatida y deshidrata, según declara una enfermera del Hospital Regional de Bata.
La tarea de búsqueda de supervivientes sigue su curso, hasta que se consiga la limpieza y reconstrucción total del lugar. Algo que se prevé que concluya el día 17 de marzo, según declaró ante los medios Teodoro Nguema Obiang, Vicepresidente del gobierno.
Muchos ciudadanos han mostrado su rechazo y disconformidad con lo sucedido, echando la culpa a la mala gestión del gobierno por permitir la construcción de campamentos militares en núcleos poblacionales, Guardar material peligroso al alcance de los civiles; así como permitir la convivencia de familias en espacios y viviendas destinados al servicio militar.
El presidente del gobierno, Teodoro Obiang, prometió “depurar responsabilidades”. Mientras los cientos de damnificados por lo ocurrido se enfrentan a partir de ahora a un futuro incierto, a la espera de que las ayudas que ha prometido el gobierno y las donaciones de la comunidad internacional, sirvan para reconstruir parcialmente sus vidas.