Monseñor Juan Nsue, Arzobispo de la Archidiócesis Metropolitano de Malabo, ha exhortado a los fieles a «producir frutos buenos. Damos frutos según lo que habita en nuestra alma. Así como un mango no puede producir papayas».
En esta ocasión, durante su habitual catequesis, el Arzobispo de Malabo, se ha centrado en el evangelio según San Mateo para explicar a los fieles cristianos y a la población en general, diferentes aspectos de la palabra Dios.
Este miércoles 26 de Junio, desde la parroquia de Rebola, acompañado del P. José Fernando Liso, el Arzobispo de Malabo, ha centrado su catequesis en el Evangelio Según San Mateo 7, 15-20:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces.
Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Así, todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis».
Evangelio según San Mateo 7, 15-20
Desde esta ventana del evangelio, Mons. Juan Nsue, ha explicado que el ser humano también está llamado a tener en cuenta su actuar diario. «A nosotros también nos conocerán según nuestra forma de ser: tal y como vives, tal y como actúas, tal y como es el estatus de tu alma; así también serán tus frutos», ha matizado desde el altar de la Parroquia, en presencia de los asistentes a la audiencia. Un encuentro que se transmite simultáneamente a través de las ondas de la Radio María en Malabo.
«En la vida de las personas» -continúa el prelado- «tiene que haber manifestaciones. Es decir, tienes que dar frutos. Si te dan una responsabilidad; una diócesis o una parroquia, tiene haber manifestaciones. Se tiene que notar el trabajo y el esfuerzo que son frutos y consecuencias de tus acciones.»
El obispo de Malabo, antes de concluir la audiencia con la oración de la Virgen, ha recalcado a los fieles la necesidad de «revitalizar la fe en el Señor para conseguir un espíritu puro y limpio que también dé buenos frutos».