«La oscura nube que pendía sobre nuestro país parece haberse disipado», declara Jean-Vincent Ondo Eyene, Obispo de Oyem y Presidente de la Conferencia Episcopal de Gabón, en una entrevista concedida a la Agencia Fides.
Gabón se encuentra en una fase de transición luego del golpe de Estado del 30 de agosto, que derrocó al Presidente Ali Bongo Ondimba sin derramamiento de sangre. Bongo había gobernado Gabón durante 14 años y fue derrocado menos de una hora después de la proclamación de su reelección en las elecciones del 26 de agosto, las cuales la oposición acusó de estar amañadas.
El 4 de septiembre, el general golpista Brice Oligui Nguema prestó juramento como Presidente de la Transición, prometiendo organizar, sin precisar cuándo, «elecciones libres, transparentes, creíbles y pacíficas»..
-¿Cómo está viviendo la Iglesia esta fase de transición?
– Agradezco la oportunidad de abordar la situación en mi país. Hemos atravesando tiempos difíciles, también en la Iglesia, durante la fase final del régimen anterior. Ha sido un período gubernamental marcado por la dureza. En nuestro papel profético, destacamos esto, especialmente durante las elecciones del año pasado. En la misa de clausura de nuestra Asamblea Plenaria 2023, a la que asistió todo el gobierno, las autoridades no recibieron con aprecio la caridad de la homilía. Esta no estaba dirigida específicamente a ellos, sino a todos los partidos políticos, instándolos a salir del ciclo destructivo que consiste en celebrar elecciones, proclamar un ganador y un perdedor, este último que incita al pueblo a salir a las calles, y por último la policía que recurre a la violencia contra ellos. Y después de todo esto, comienza el diálogo para el reparto del «pastel», es decir, de los recursos públicos. Esta forma de proceder no ha aportado nada a la evolución del país. El antiguo gobierno no apreció este mensaje nuestro, que implicaba a todos, no sólo a ese gobierno, sino a todos los partidos políticos y a la propia población, para que abandonaran esta forma de hacer las cosas.
Tras este llamamiento nuestro, las relaciones entre el Estado y la Iglesia se han complicado; no tuvimos ocasión de reunirnos con el antiguo gobierno ni con el Jefe del Estado, que había organizado un encuentro con nosotros, los obispos.
Ahora damos gracias al Señor porque, tras los eventos del 30 de agosto, la población parece estar satisfecha; el opresivo manto que la cubría parece haberse disipado y la gente puede respirar con alivio. Sin embargo, mantenemos la prudencia constante.
-El término «reparto del pastel» se refiere a la distribución de recursos, en este caso, la renta petrolera, entre diferentes actores o grupos dentro de un país. ¿Existen indicios de cambio a este respecto?
-Gabón necesita poner orden en la gestión de sus recursos petrolíferos, que son un don de Dios que debe beneficiar a la mayoría de la población. Hasta ahora, ha habido familias que tenían porcentajes muy elevados de la renta petrolera. Hay un debate en curso sobre cómo distribuir mejor la riqueza petrolera. El nuevo Jefe de Estado está intentando hacerlo iniciando nuevos proyectos para construir infraestructuras, viviendas, escuelas y hospitales.
-La Iglesia de Gabón, fundada por misioneros, está hoy dirigida casi exclusivamente por personal local, ¿no es así?
-La nuestra es una Iglesia fundada por misioneros y este año, el 29 de noviembre, celebramos 180 años de evangelización. Como pueden ver, ahora ya no hay obispos misioneros, sino que todos proceden del clero local.
Para ser cada vez más fieles al mandato evangélico, queremos reforzar la unidad episcopal y pastoral.
La fe se manifiesta también en obras comunes, como un seminario mayor, que pensamos realizar en un futuro próximo.
-¿Cómo se vive el diálogo ecuménico e interreligioso en Gabón?
-Gabón es un país pacífico y acogedor. Y cuando decimos acogedor, significa que damos la bienvenida a gente de todo tipo, de todas partes. Así que el diálogo ecuménico funciona muy bien. Por ejemplo, en mi provincia, donde tenemos muchos protestantes, me ocurre durante mis visitas pastorales que son los protestantes los que dicen a los católicos: «damos la bienvenida a vuestro obispo». En las familias se pueden encontrar creyentes que van de una iglesia a otra. Esto significa que cuando hay fiestas nos encontramos unos con otros. En cuanto a la propagación de las sectas, están presentes en las grandes ciudades, pero no en el ámbito rural.