De Bozoum a Bangassou. De «simple» misionero a Obispo coadjutor. Esta es la trayectoria de Aurelio Gazzera, misionero carmelita durante 17 años en Bozoum, en el noroeste de la República Centroafricana, quien fue nombrado el pasado mes de febrero Obispo coadjutor de la diócesis de Bangassou, en el sudeste del país. La Agencia Fides ha solicitado al nuevo Obispo que describa su experiencia como misionero en un país asolado por años de guerra.
Agencia Fides
-Dejar su puesto en Bozoum no debe haber sido fácil. ¿Qué se lleva consigo de su experiencia misionera?
» El domingo 9 de junio fui consagrado obispo en la catedral de Bangui. En los días siguientes lo celebramos con la familia carmelita, con personas nacidas en Bangassou, y el martes partí hacia Bozoum, a 500 km, donde fui recibido de forma triunfal. Celebramos la misa por la mañana, a las 6, y a pesar de la hora, la iglesia estaba abarrotada. Hubo cantos, música, bailes, regalos de «mi gente» de Bozoum. En Bouzum he vivido 17 años y en Bozoum he dicho adiós pero también gracias porque en estos 17 años las personas que he conocido allí me han ayudado mucho a vivir y a concretar lo que he elegido como lema de mi episcopado; la palabra de Pedro que, frente a Jesús que le pregunta por tercera vez si le ama, Pedro responde: ‘Tú lo sabes todo, tú sabes que te amo’. Los habitantes de Bozoum en estos 17 años me han ayudado mucho, primero con la reconstrucción tras la guerra de 2003. Después con los refugiados causados por los bandidos, que estaban presentes en la zona y que conseguimos mediante el diálogo que se marcharan, y después sobre todo con la guerra de 2013-14, cuando acogimos en Bozoum entre seis y siete mil refugiados que habían huido de sus hogares. Mientras tanto, habíamos obtenido la marcha de los rebeldes de Seleka, que eran los más violentos.
Así que hay una relación muy fuerte que ha ido creciendo a lo largo de los años, como párroco pero también con la realización de obras sociales: las escuelas, la feria agrícola, etc. Se han establecido relaciones muy fuertes y ha sido bonito ver a tantas personas que eran jóvenes o niños cuando llegué, que ahora que se han hecho adultos mantienen esta relación de aprecio conmigo. Es una relación muy libre, que siempre he intentado que no esté atada a mí, sino que les permita reflexionar sobre sus elecciones y su comportamiento».
Ha sido una gran fiesta con mucha alegría pero también un poco de pena porque para la gente de Bozoum, el Padre Aurelio en Bangassou significa casi un adiós.
– ¿Podría describirnos como es su nueva diócesis?
«Bangassou es una diócesis enorme, casi tan grande como la mitad de Italia, ocupa 135.000 kilómetros cuadrados y está a 750 km de la capital, Bangui, a la que es difícil llegar en coche. Solemos viajar en avión. Es una diócesis que ha sufrido mucho en los últimos años. De 2017 a 2021, el seminario se había convertido en el centro de acogida de miles de refugiados musulmanes. Incluso ahora tenemos cerradas temporalmente dos parroquias de un total de trece porque están ocupadas por fuerzas rebeldes, en Zako y Mboki. Así que la situación es bastante difícil. La dificultad de las conexiones hace que los precios de los productos de primera necesidad, aceite, sal, azúcar, cemento, sean más del doble que en Bangui. Así que la vida es muy difícil, pero la población es muy resistente, no se desanima y se mantiene ocupada. Hay muchas plantaciones de café, algo de cacao, pimienta y otros cultivos. El problema es que no pueden vender sus productos porque no hay carreteras.»
– ¿Y a nivel de la Iglesia?
«A nivel eclesial, es una diócesis muy viva. El obispo Juan-José Aguirre Muñoz, comboniano español, que lleva 26 años como obispo, de los cuales 24 en Bangassou, es una persona maravillosa que ha trabajado mucho con la ayuda de la fundación «Bangassou». Ha conseguido sacar adelante la diócesis en su conjunto con proyectos sociales como escuelas, dispensarios, hospitales, y a nivel eclesial con la formación de sacerdotes. Tenemos un seminario menor en Bangassou, luego los chicos van al seminario interdiocesano de Bangui para hacer el bachillerato y finalmente completan sus estudios en el seminario mayor. Son muchachos que tienen que dejar a sus familias durante varios años porque no es fácil volver a Bangassou, sobre todo durante la estación de las lluvias.
En la diócesis hay dos congregaciones religiosas masculinas, los franciscanos en Rafaï y los espiritanos en Niakari, y dos femeninas, una en Bangassou y otra en Rafaï. Por tanto, no hay muchas congregaciones misioneras, pero esto ha permitido a los sacerdotes diocesanos asumir ellos mismos los principales compromisos de la diócesis. Actualmente hay unos 30 sacerdotes en la diócesis, otros están en Italia, España y Francia para estudiar o para actividades pastorales.
En resumen, Bangassou es una diócesis muy viva. Poco a poco veremos cómo continuar lo que Mons. Aguirre ha iniciado en estos largos años de episcopado y hacer concreta la frase que repito a menudo, cada mañana: ‘Tú lo sabes todo. Tú sabes que te amo’.